“Todo es uno”
Heráclito
Dentro del proceso de transformación continua que vivimos como humanidad, la inteligencia artificial tiene un rol estelar. Nos ha traído grandes avances tecnológicos, científicos y sociales; la podemos encontrar en organizaciones dentro de la industria, en la academia y en varios aspectos en la vida diaria de algunas sociedades.
Esto significa que camina de la mano del desarrollo, definido por la ONU como un esfuerzo común para mejorar la vida de todos, cuidando la economía, la sociedad y el medio ambiente; todo eso en forma sostenible. Hablando de sostenibilidad, la Comisión Brundtland de ese Organismo la definió en 1987 como “satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la habilidad de las futuras generaciones de satisfacer sus necesidades propias”.
Derivado de las definiciones anteriores, hay un recurso natural que es básico para la humanidad y para la IA, cuyo uso por parte de ella se está convirtiendo en un alto riesgo para la humanidad: el agua.
“La demanda global de IA podría ser responsable de la extracción de entre 4,2 y 6,6 mil millones de metros cúbicos de agua en 2027, una cantidad que supera el total anual de extracción de agua de Dinamarca.
Esta creciente demanda de agua, en un contexto donde la escasez de agua dulce es un desafío crítico, plantea serios riesgos ambientales y sociales”.
Según la UNICEF, el acceso seguro, aceptable y asequible a este recurso es considerado actualmente un derecho humano, mismo que muestra tendencias alarmantes y que a su vez, la falta de acceso a este recurso repercute negativamente en la salud, nutrición, educación de la gente. Lo anterior muestra un importante impacto a grupos de individuos, que incluso, puede que nunca hagan uso de la IA; por lo que nuestra sensibilización y conocimiento sobre el tema se hacen mandatarias.
Gota a gota
Hablando del consumo de este vital recurso por parte de la IA, en diversas publicaciones reconocidas, como el artículo del Observatorio Público de la OECD “¿Cuánta agua consume la IA? El público merece saber” se nos habla sobre la gran cantidad de agua requerida para el enfriamiento de los centros de datos que operan la IA, debido a la creciente demanda de servicios en línea y productos de inteligencia artificial generativa, consumiendo cantidades importantes de este recurso para evaporar la energía usada. Las estadísticas de uso suben cada año al tiempo que la IA va posicionándose en nuestra vida.
De igual forma, y como usuarios de esta nueva tecnología, Expansión ESG, en su publicación ¿Por qué la IA consume tanta agua?, nos ilustra sobre el impacto ambiental que podemos generar al escribir un correo electrónico de 100 palabras con ChatGpt-4; que, de acuerdo a los estudios consultados por ellos, requiere 519 mililitros de agua; lo que equivale a un poco más de una botella de agua promedio.
Las fuente consultadas hacen referencia al reporte “Cómo hacer que la IA sea menos “sedienta” de la Universidad de California, que nos invita a monitorear estadísticas, así como gestionar con la transparencia y uso responsable de la tecnología para mitigar el impacto futuro que se vislumbra.
La buena noticia
La buena noticia es que se ha comenzado: Los grandes proveedores de IA se encuentran trabajando para contribuir con la solución. Por ejemplo, de acuerdo al Informe de Sostenibilidad Ambiental 2024 de Microsoft, se habla de inversiones en innovación que buscan nuevos enfoques para reducir el consumo de agua, con grandes objetivos para el 2030 y de acuerdo con lo citado ayudar a romper la relación entre el crecimiento de la IA y el consumo de recursos. Adicionalmente, cuenta con diversos proyectos en las geografías donde tienen presencia para apoyar al acceso al agua de la población.
Según las fuentes mencionadas, entre otras potenciales soluciones consideradas por este tipo de organizaciones está la futura construcción de centros de procesamiento de datos en geografías más frias o instalaciones que permitan operar sin depender de agua potable, así como el potencial uso de agua reciclada, aguas residuales o agua de mar, así como el posible desarrollo de “tecnologìa hermana de la IA” que ayude a solventar este problema.
La invitación
Todo está conectado; es importante hacer de nuestra convivencia con la IA un camino de mejora continua integral, buscando mejorar la calidad de vida de los diferentes grupos de individuos impactados directa e indirectamente. Cuidar el lado verde es parte del proceso.
Los grandes conglomerados de la IA están trabajando para reducir impactos; como usuarios finales, debemos colaborar con nuestra sensibilización y conocimiento. Hay guías para acompañarnos; por ejemplo la Norma ISO/IEC 42001-2023 (sistemas de gestión de inteligencia artificial) dentro de su contenido nos ayuda a identificar y, en su caso, mitigar los impactos en todos los grupos de interés; su lectura puede ser un buen punto de partida para nosotros.
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