Inteligencia artificial: ¿certeza?

Por - CNEC
02-10-23 16:36



“Todo es impreciso, posible e improbable”
Julio Cortázar

Como se pronosticó hace unas décadas, nos encontramos frente a frente con la denominada "inteligencia" artificial, que convive con la inteligencia humana y está presente en diferentes aspectos de nuestra vida social, profesional y personal. Como en toda interacción, el conocimiento mutuo es algo esencial. Ella lo hace estudiando y emulando nuestros procesos cerebrales; a nosotros nos corresponde conocer sus fundamentos y los diferenciadores que nos distinguen como especie, para gestionar eficientemente esta interacción.

Durante este trayecto de descubrimiento, encontramos todo tipo de información: herramientas que evolucionan más rápido de lo que las podemos asimilar, bibliografía sobre sus grandes beneficios y potenciales riesgos, e incluso algunos escenarios apocalípticos. También encontramos un tema certero: el significado del término “inteligencia” y el derecho que tenemos los seres humanos sobre nuestros procesos cognitivos.

Conociéndola

El Consejo de Europa la define como una disciplina joven (60 años de antigüedad), basada en un conjunto de ciencias, teorías y técnicas como la lógica matemática, estadística, probabilidades, neurobiología computacional e informática, que pretende imitar las capacidades cognitivas de un ser humano.

Al hablar de capacidades cognitivas, nos referimos (según la Asociación Americana de Psicología) a habilidades implicadas en tareas relacionadas con la percepción, el aprendizaje, la memoria, la comprensión, la conciencia, el razonamiento, el juicio, la intuición y el lenguaje.

El departamento del cerebro de la universidad de Queensland, afirma que ha logrado imitar (y en algunos casos superar) algunas de las referidas habilidades; sin embargo, afirma que hay otras que no ha podido alcanzar y consideran difícil que lo logre; estas son: la creatividad, el sentido común, la elaboración de decisiones éticas, la solución de problemas a nuevas situaciones y sobre todo, el entendimiento del mundo en que vivimos. Todas estas habilidades, actualmente propias únicamente del género humano, son las que complementan el concepto de inteligencia, que es el fin último de este intento de emulación.

“La inteligencia es una capacidad mental compleja y multifacética que permite a los seres vivos adaptarse al entorno, aprender de la experiencia, resolver problemas, comprender conceptos abstractos y tomar decisiones racionales. Es una característica fundamental que distingue a los seres humanos de otras formas de vida en la Tierra”:
Chat GPT

Reforzando lo anterior, el profesor de biología integrativa, ciencias computacionales e ingeniería de la Universidad de Michigan, Arend Hintze, nos habla de 4 tipos de “inteligencia” artificial, misma que es una de la más reconocidas del mundo y nos ilustra sobre su evolución:

  • Máquinas reactivas, se basan en la programación y reglas predefinidas para realizar tareas específicas. Un ejemplo son sistemas de ajedrez como Deep Blue de IBM.
  • Máquinas con memoria limitada, incorporan elementos de aprendizaje a partir de datos históricos para tomar decisiones. Un ejemplo son los coches autónomos que usan datos pasados para adaptarse al tráfico en tiempo real.
  • Máquinas basadas en el conocimiento: Emplean bases de datos y reglas lógicas para elaborar razones y resolver problemas. Esta es la etapa en donde nos encontramos como humanidad en su desarrollo y en la cual se incluye la “inteligencia” artificial generativa que “crea” contenidos, ideas, imágenes, entre otros.
  • Máquinas con autoconciencia: Esta clasificación es aún hipotética, se considera la última fase de su evolución. Sería lo más parecido al cerebro humano, que también continúa estudiándose.

“Los estudios disponibles al momento sobre el cerebro subrayan que queda mucho que descubrir sobre él y que eso debe suceder previo a programar la máquina que podrá imitarlo y/o superarlo”.
Arend Hintze

¿Qué dice el futuro?

Ante la incertidumbre de lo que sucederá con ella, la certeza que debemos tener es que, tanto en las grandes esferas políticas, económicas o sociales, como en las actividades de los “ciudadanos de a pie”, nuestro derecho de pensar configura los componentes del concepto de inteligencia que nos permitirán (si lo deseamos) seguir siendo los que diseñan el futuro, esto mediante el ejercicio diario de los elementos que los conocedores asignan a la inteligencia y que son inherentes a nosotros:

  • Creatividad, con actividades simples como dibujar o leer.
  • Sentido común discerniendo y tomando decisiones acertadas;
  • Decisiones éticas evitando o deteniendo violaciones a derechos, tales como la propiedad intelectual (ya se comienzan a ver demandas legales actuales a la “inteligencia” artificial generativa);
  • Solución de problemas, recordando que este el objetivo del conocimiento, y
  • Entendimiento del mundo para continuar siendo “el cerebro” detrás de este desarrollo tecnológico.

A la par de las grandes legislaciones al respecto, como los Principios de la OCDE sobre Inteligencia Artificial y algunas otras normas internacionales, el punto de partida nos lleva a lo básico: ejercer y desarrollar nuestro derecho a pensar para encontrar el balance mientras recorremos el futuro que entregaremos a las nuevas generaciones, que se encargarán de continuar construyendo nuestra historia.

Elena Salazar, CNEC Comunicación

CNEC





SOLICITAR INFORMACIÓN
Nombre*
Apellidos*
Empresa*
Correo electrónico*
Teléfono
Sector
Comentarios