CAPITAL HUMANO

Por - CNEC
10-02-20 16:25

La personalidad del líder

German Céspedes Herrera. Licenciado en Filosofía por la Universidad Panamericana y máster en Dirección de Empresas por el IPADE. Es candidato a doctor en la Cranfield School of Management, en Reino Unido. Miembro de la Academy of Management (RU), se ha desempeñado como director ejecutivo de la ESDE School of Management (Costa Rica), y director adjunto de Programas Internacionales en Centroamérica y el Caribe, en IPADE Business School, donde es profesor del área de Factor Humano.

Se define como personalidad a aquel conjunto de actitudes, pensamientos, sentimientos y decisiones que nos caracterizan como individuos, y que además se manifiestan en nuestra conducta con cierta estabilidad y consistencia a lo largo del tiempo.

En esa organización interior, comprenderemos por qué tienen un papel fundamental los buenos hábitos, los cuales podríamos considerar como las ganancias de capital que acumulamos con el ejercicio repetido de tomar buenas decisiones. Pero hay más aún, porque con el tiempo se convierten en un rasgo cardinal de nuestra conducta.

Toda esta reflexión viene a colación en el sentido de que al preguntarnos acerca de cuáles son esos rasgos de personalidad que caracterizan a un líder que dirige acertadamente una organización, encontramos que muchos autores, estudiosos y ejecutivos experimentados –ya se trate de Collins, Covey, Goleman, Llano, Mandela, Bossidy y Grant–, en definitiva coinciden. Por eso veremos a continuación algunas cualidades fundamentales de la figura del líder.

 

Un buen líder es humilde

En primer lugar, un líder es perfectamente consciente que no lo sabe todo. De hecho podemos afirmar que es alguien que sabe que se equivoca con frecuencia, pero la principal diferencia es que es capaz de corregir y buscar el buen consejo de su equipo, el cual lo complementa en sus carencias e incluso lo supera en muchos aspectos, sin que nada de ello le reste autoridad.

Estos rasgos en definitiva resumen la humildad, entonces un buen líder es humilde. En contraposición llamamos soberbio al que no escucha y no corrige ante la evidencia, a aquel que se aferra desmedidamente al propio criterio. Se trata del tipo de persona la cual piensa que sus puntos de vista y cualidades son superiores a las de quienes le rodean, aun sin decirlo. Cabe decir que a los soberbios nadie los sigue por mucho tiempo, incluso aquellos que parezcan ser inteligentes.

 

Un buen líder posee integridad en todo momento

Otro de los rasgos centrales de los líderes es la unidad entre lo que piensan, lo que dicen y lo que hacen. Es decir, transmiten coherencia entre sus principios y su conducta. Lo que piden de los demás es lo mismo que ellos viven.

Además, hay que destacar que son personas que sostienen los valores que predican, tanto en los buenos tiempos como en la adversidad. A ellos les llamamos veraces o íntegros, ambas palabras se refieren al mismo sentido de coherencia.

En cambio, a quien enseña lo que no piensa lo calificamos de hipócrita. Al que afirma lo que no es cierto, como mentiroso. Al que dice diferentes cosas según convenga, como farsante. Por lo tanto, nadie quiere seguir ni puede confiar en quien esconde la verdad.

 

Un buen líder y las metas cumplidas

Por otro lado, el liderazgo se va a relacionar siempre con las metas propuestas. El líder propone lo que vale la pena, aunque no sea fácil. Es alguien que se caracteriza por tirar hacia arriba, pero además con una visión que inspira a los demás, ardua y posible a la vez, que por cierto es buena para él y para quienes le siguen.

Aquello que este líder propone merece el esfuerzo, pero tiene otra cualidad fundamental, y es que cuenta también con un “cómo” para alcanzarlo. Esto identifica a la virtud de la magnanimidad, un rasgo que condensa el realismo, la audacia y la tenacidad en un solo valor.

Se le oponen en cambio:

· El apocamiento de aquel que busca las metas por ser fáciles y no por ser valiosas.

· La cobardía de quien teme acometer los obstáculos que se presenten.

· La falta de constancia y ligereza con la que se entusiasman por algo, para más tarde abandonarlo.

· El dejarse llevar a capricho por las emociones y proponerse quimeras sin contar con los medios.

 

En este sentido, se vienen a mi mente las sabias palabras de Carlos Llano, cuando nos decía que debíamos ser de los soñadores que realizan el ideal, y no de los que idealizan la realidad. Por ello no es de extrañar que la humildad, la veracidad y la magnanimidad, son componentes esenciales que forman parte de la personalidad del líder.

Incluso, y si lo pensamos bien, sin duda estos son valores indispensables que deberá cultivar aquel que desee asumir con éxito semejante responsabilidad. ​


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